La palabra de hoy se encuentra en Tito 2:11-14:
“11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”
Que Dios te bendiga en esta linda mañana, como de costumbre dándole las gracias al Padre por su eterno amor y por su inmerecida misericordia.
La gente tiene muchas opiniones diferentes en cuanto a quiénes irán al cielo. Hay los que creen que la conducta ética y el carácter moral lograrán la aceptación automática de parte de Dios. Otros, aunque reconocen sus vicios y sus inclinaciones, dicen que su autosuperación les hará aceptables. Un tercer grupo cree que estarán excluidos del cielo por sus malas decisiones que han herido profundamente a otras personas.
Ninguna de estas maneras de pensar se ajusta a la Palabra de Dios. La Biblia nos dice claramente que el carácter y la conducta no determinarán nuestro destino eterno; la barrera entre nosotros y el Dios santo, es nuestra naturaleza pecaminosa. En Romanos 5:13 enseña que el pecado de Adán y Eva en el huerto del Edén hizo que toda la humanidad comenzara su vida física muerta a las cosas de Dios y bajo sentencia de condenación y nos dice la palabra del Señor “13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.” Ninguna cantidad de buenas obras o de conducta moral podrá cambiar nuestra naturaleza pecaminosa. Ni tampoco puede la mala conducta hacer peor nuestra naturaleza.
Sin la ayuda directa de Dios, estaríamos sin ninguna esperanza; la entrada al cielo nos estaría negada, y nuestro destino sería la separación eterna del Señor. Pero el Padre celestial tenía un plan para nuestra naturaleza pecaminosa y para llevarnos al cielo a vivir con Él. Envió a Su Hijo Jesús como nuestro sustituto, quien tomó voluntariamente sobre Sí mismo nuestros pecados y recibió el castigo que nosotros merecíamos. Lo que no éramos capaces de hacer, Dios lo hizo por nosotros, de modo que ahora, por la fe en Jesucristo, tenemos la seguridad de que viviremos para siempre con el Señor. Celestial Services 707 © Todos Los Derechos Reservados 2009.
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